En los años finales del siglo XIX y principios del siglo XX, muchos españoles llegaron a Costa Rica debido a las duras condiciones de trabajo en el Canal de Panamá, a donde habían ido inicialmente.
A finales de la década de los veinte del siglo XIX, algunos españoles llegaron a Costa Rica por iniciativa individual, y se incorporaron rápidamente a la vida social y económica del país.
La firma del Tratado de 1850 con España (año del inicio de relaciones diplomáticas entre ambos países), impulsada por la apertura comercial, cambió la situación jurídica del inmigrante español, eliminando los controles de emigración al país. Otro factor importante fue el conflicto entre España y Perú, que provocó un aumento considerable de españoles inmigrantes en Costa Rica.
Según la historiadora Giselle Marín, en 1886 la colonia española ascendería a unas 500 personas, el 12 % del total de extranjeros, la cuarta colonia después de la nicaragüense, la jamaicana y la colombiana que llegaron al país para trabajar en las obras del ferrocarril al Caribe y en las incipientes plantaciones de banano, donde desde 1873 se incorporó también la mano de obra china. El café fue otro de las elementos de atracción.
Pese a que las autoridades consulares desalentaban la llegada de españoles al país, debido a la falta de trabajo y bajos sueldos, el “efecto llamada” funcionaba bien. Los recién llegados encontraban ayuda y refugio en los que ya estaban establecidos en Costa Rica.
Sí que hubo varios proyectos para la atracción de emigrantes españoles a Costa Rica, caracterizado por la presencia destacada de naturales de una determinada región española.
Entre 1872 y 1873 llegaron, a bordo del vapor ‘Florida’, varias decenas de sorianos embarcados en el puerto de Santander por la intermediación de Manuel Antonio Bonilla, destinados a los cafetales y al servicio doméstico.
En 1879 un canario residente en Costa Rica, José Lorenzo Barreto, firmó un contrato para el traslado a
esa nación de 61 paisanos suyos destinados a actividades ligadas al café..
En 1893 llegaron 535 gallegos merced al Contrato Rodríguez-Mendiola, firmado el 6 de febrero de dicho año entre el gobierno costarricense de José Joaquín Rodríguez Zeledón y el empresario hispano-cubano Francisco Mendiola Boza, quien se comprometía a trasladar a Costa Rica 5.000 varones blancos de entre 15 y 30 años y 500 sirvientas de edades comprendidas entre los 20 y los 40 años. Cada colono recibiría cinco hectáreas
de tierra y la exención de impuestos sobre equipaje e instrumentos de labranza. Quedarían asimismo libres de algunas otras obligaciones siempre y cuando permanecieran en el país al menos tres años, se dedicaran a
alguna actividad positiva para la sociedad y mantuvieran buena conducta.
Ya iniciado el siglo XX, la mayoría de los inmigrantes se establecían en San José y procedían de un extracto social de clase media y media baja. En la capital se dedicaban al comercio, la agricultura, la impresión y otros pequeños negocios.
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Edificio Steinvorth en 1908. Fotografía tomada por Fernando Zamora Salinas, actualmente es parte de la colección fotográfica del Museo Nacional de Costa Rica. (Wikimedia Commons)
En 1919, los españoles eran la colonia más importante en Costa Rica, en términos de comercio y contribución de impuestos, pero no así en número de personas.
El gobierno costarricense favoreció la inmigración de personas blancas de Europa sobre otros grupos debido a creencias racistas y darwinistas. Los inmigrantes españoles tuvieron más acceso a la clase alta debido a su piel clara, idioma y cultura compartidos. Así, los apellidos españoles destacaron en banca y comercio.
Se consideraba que, por medio de la migración, se impulsaría el desarrollo agrícola, económico, social y cultural del país.
Los emigrantes que se quedaron en Costa Rica fueron los que llegaron por iniciativa propia, atraídos por algún familiar que ya se encontraba en el país.
En Costa Rica ha quedado una idea general de que los españoles llegaron con una mano delante y otra detrás y se convirtieron finalmente en familias con una posición destacada dentro de la sociedad costarricense.
En esos años, la mayoría de los españoles en Costa Rica eran catalanes dedicados a las artes gráficas, la fabricación de muebles y al comercio de telas y comestibles, seguidos de gallegos, asturianos y castellanos también ocupados en pequeñas actividades comerciales.
Durante estos años hubo una notable influencia de los españoles en Costa Rica, especialmente en el ámbito del comercio y la política.
Bibliografía:
Nuñez Aberturas, M.A. (2014). Tesis doctoral: La imagen de España en Centroamérica. El caso de Costa Rica (UNED Costa Rica).
Marín Araya, G. (1999). Españoles en la ciudad de San José a fines del siglo XIX y principios del XX (Anuario de Estudios Centroamericanos. Universidad de Costa Rica).
Castro González, M.M. y Sancho Domingo, C. Aspectos socioeconómicos de la emigración española
a Costa Rica (1870-1956) (2019). (Revista de Estudios Latinoamericanos – No tan nuevos mundos, 3, pp 36-52 – Colectivo de Estudios Latinoamericanos de Aragón).